miércoles, 5 de mayo de 2010

Día etéreo

Hoy ha sido un día en el que mi alma no despertó…

Las calles goteaban y éramos unos pocos cuerpos lánguidos los únicos transeúntes. Los carros iban abarrotados y olían a gente y sus conversaciones repetidas a la misma hora. Prefiero ir conversando conmigo mismo en la vereda solitaria.
Iba con la cabeza baja y los ojos cansados. Hablaba en monólogo interno y a veces salían de mis labios palabras sin sentido, tales como viaje, locuras, sonrojos o una palabra soez. Me sentía estúpido, pero también sentía tranquilidad al empezar a organizar y desmembrar los componentes de mi vida. He dejado que la vida trascurra, sin ni siquiera extrañar o diferenciar detalles.
A veces recordaba que no reclame ciertas cosas que debieron darme, las que tenia sin merecer y se iban abarrotando y haciendo un equilibrio maquiavélicamente perfecto.
Continué la mecánica una hora y luego seguí la vía con la mente en blanco.
Caminaba en línea recta, en una calle que parecía no tener fin. Las gotas de agua fueron cayendo de los tejados, de los tubos, de las hojas, del cielo. Mis ojos estaban rojos, y parecía que había llorado.
La gente murmuraba, y yo no decía nada. La verdad, nunca digo nada por algo. Es mejor así.
La mañana fue lluviosa, y los recuerdos fueron cayendo hasta empozarse en la conciencia...

Las clases en la universidad fueron una tortura necesaria. Como casi siempre, empiezan temprano y mueren junto a la tarde.
Llegue temprano, lo que es casual, y me senté en un sitio intermedio. Todos llegaban y seguía jugando con mis recuerdos, creo que nadie se dio cuenta de mi presencia. Los doctores hablaban de tejidos, ubicaciones y patologías que me limitaba a observar y simular atención.
Mi mente estaba hablándome de un par de personas que no volveré a ver, y en otro par que veré la próxima semana.
Iba haciendo mis rimas amorfas en plena clase, asolapadas con los apuntes de la clase magistral. El doctor me vio por vez primera y noto el ímpetu que le ponía al escribir, y me sonrió, tal vez pensó que era uno de los pocos que le ponía atención, o no se, leyó en un reflejo lo que estaba haciendo.
De cualquier manera me llamo al pizarrón a continuar la clase con ayuda del material didáctico. Fue un despertar para el cual no estaba preparado, y muchos de mis compañeros me felicitaban, pues ir al pizarrón era el arma para pasar el curso, o jalarlo si no tienes ni la menor idea de cómo describir un proceso fisiológico.
Temblé un instante al saberme al frente de todos. Tengo terror escénico desde los 11 años, cuando me quede sin una sola palabra en la mente cuando tuve que dar el discurso de bienvenida en el colegio, y trataba de hacer cortos los momentos en los que tenia que hacer una exposición, pero esta vez, era TODA la clase.
Mire al resto, y vi la mediocridad del docente, con unas diapositivas sin un esquema y abarrotadas con contenido textual. Leí, leí y leí, con ritmo y puntuación, al menos soy bueno leyendo. Fueron más de cuarenta minutos al pizarrón, que precedieron un aplauso de protocolo, y un alivio al saberme ya fuera del centro.
Me senté y trate de reengancharme en la observación hacia mi interior, pero fue inútil. Las siguientes clases fueron similares, y al final copie el material en la memoria de datos y me fui solo, solo por primera vez.
La tarde de invierno fue cálidamente seca, las gotas de lluvia se habían evaporado al igual que los recuerdos de la mañana...

Llegue a casa y todos habían salido, estaba otra vez solo, con ganas de cerrar los ojos.
Trate de pensar en alguien, pero fue inútil volver a internarme en un objetivo, para poder tomarlo como punto de inspiración para un próximo escrito.
Mire la televisión y al rato me quede dormido.
Y sin pensarlo,en mis sueños me vi en una relación perfecta, que iba en un curso normal y sin tratos previos o preventivos, hasta pensé en una boda que se iba a realizar, y todo era tan real, que sentía las caricias y hasta los golpes como algo que de hecho paso.
Cuando íbamos a hacerlo por fin, me desperté y quede decepcionado al saber que no era real, y que tampoco recordaba el nombre ni el rostro de la persona con la que iba a estar toda la vida, pero de seguro esta vez era peruano.
Tome la hoja de papel e intente escribir algo del sueño, pero a medida que tecleaba, las vistas fugaces se iban, y otra vez me quede sin nada por escribir.
Intente revivir los recuerdos con recursos extravagantes, y hasta llame a mi ex con una propuesta de amor sin compromisos como ultimo recurso de extravagancia, pero tuvo su celular apagado.
Mi cabeza quedo vacía de afecto, y cerré los ojos, y esta vez no tome en cuenta a lo que iba soñando, soñe sin sueños, como casi siempre…
Ya todas las musas y musos se han largado, y hemos quedado mi soledad y mi alma en una sala vacía.
La noche ya no me habla de amores pasados, ni de los futuros de manera clara, así que prefiero descansar…

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