A Sebastian:
Gracias a tu infinito amor, amor tan tierno, es que aún sigo aquí. Ahora ya estoy mucho mejor, regresa a mis recuerdos, aún pensaré mucho en ti…
Quince, es la edad límite para dejar de ser un niño y cambiar de muda…
Quince, los cumplí, y hay tantas cosas que han sucedido desde entonces, que te juro que mi madre tenía razón sobre mí hasta antes de cumplirlos…
Quince, y aún recuerdo mi último pastel de cumpleaños, las velas y la crema de leche. Claro que en ese entonces era el niño aplicado de siempre, y ocultaba mi secreto sin que nadie, que ni siquiera mi sombra lo sospeche…
Quince, y en esa fiesta vi por última vez a mis juguetes, a mi mejor amigo de infancia, pues desde entonces he perdido interés en esas cosas. Estaba bastante confundido y tenía fuertes deseos de quedarme solo y disponer de mi vida como mejor me pareciese, quería llorar y dejar de sentirme tan solo en medio de tanto cariño…
Quince, y tan solo tenía quince en Educación Artística, pues no soy muy bueno dibujando, ni en ningún trabajo manual, y ni siquiera hacía algo al respecto por tratar de elevar esa nota, porque era algo que no me importaba en absoluto. Claro que la familia estaba al pendiente de mi elevado rango, pero ya no me importaba ser popular, en realidad nunca me importó, y empecé a bajar la guardia, pero mi rendimiento no cambiaba…
Quince, creo fueron las citas a las que asistí hasta los quince. Raras veces salía, ni siquiera por trabajos en grupos tenía muchos cupos para salir. Fue torturante pedir un permiso mentido para salir con una chica. Era como forzar a alguien de mala gana, a que me dejase ir a una fiesta de adultos, es decir sin nadie para divertirse. La verdad no la pasaba tan mal, pero imaginaba que, con un chico la pasaría mucho mejor, pero veía en mi alrededor y creía que eso no les gustaría en nada a muchos, sobre todo a mis padres…
Quince, y ya había tenido una novia, y de seguro quince de sus besos, pero nada de eso me mantenía feliz. Ellas eran, incluso Katty, mis mejores amigas. En mi veían al chico consejero y nada rudo que ellas querían, al tipo de las notas altas, al que sus madres querían para amigo o como primer dechado de amigo especial. Me divertía la situación pero me creaba una ausencia interna que me desquiciaba y me negaba a hacerla parte de mí, como un pequeño rasgo que se ocultaba tras el antifaz de chico de mirada altiva, yo solo me construí una coraza desde la cual un grupo me quería y otro me odiaba…
Quince, en ese entonces quería ser biólogo, o tal vez escritor. Amaba los libros que había en casa, sobre todo los que me hablaban de cientos de miles de organismos que nos rodeaban, lo complejo de los conocidos, y la infinidad de aquellos que no han sido descubiertos. Imaginaba viajes en los que reportaba de ellos, y me veía como un escritor en busca de aventuras. Pero mi voluntad estaba en cero y mi maldito rendimiento no decrecía, así que el mundo se me vino encima, me decían que ser un prestigioso médico era lo que realmente debería ser. No afirme mi punto de vista, y deje llevarme por la marea, con algo de cólera, también con una falsa sonrisa. Pero ahora no me arrepiento de nada…
Quince, fueron las horas diarias que no dormía, la mayoría de las cuales me las pasaba en casa, en medio de incompatibilidad, de mundos opuestos y libros apilados. Mi consuelo eran aquellas enciclopedias que se compraban en vano y nadie les ponía atención. Algunos hablaban de relaciones de chicos a chicos, pero tenían diferentes puntos de vista. Me obsesioné demasiado en ese tema, que busqué artículos en muchas fuentes, y poco a poco me fui creando un perfil de pensamiento que es el que más o menos tengo ahora. La situación fue irónica, pues en la familia casi todos eran profesionales de la salud, con una orientación liberal, que sin embargo tenían una opinión arcaica acerca del tema, como que es fácil aceptar el tema, si es que esta fuera de tu círculo familiar…
Quince, tenía quince y no miento, también fue un día quince en el que te conocí, iba con Katty a un conocido café, entonces tú trabajabas allí, sirviendo, sin tomar atención a nada en especial. Tomaste la cuenta y solamente me llamó la atención, no tus ojos, ni tu talla, fue tu dejo de español el que me robo una sonrisa y tú me respondiste tan casual. Un guiño que me marco, me dio algo de temor, pensé que estaba mal, o que confundía las cosas. Pero afirmaste tu postura con una invitación a salir escrita detrás del recibo de pago, solos tú y yo, sin Katty de por medio. En ese instante te odie, por haberme hecho encenderme de mil colores en el rostro sin siquiera poderlo explicar, y te empecé a amar, por los nervios que me producía el hecho de estar con alguien con el mismo gusto que yo…
Quince, fueron las veces que nos vimos después de la primera vez, antes de hacernos novios. Fueron treinta días y nos veíamos alternando un día, así y sin faltas. Hablamos en cualquier sitio, en el café, en un parque, incluso cuando caminábamos muy rápido por la calle. Era muy tímido, pero también curioso, y moría por ir directo al grano con quien sea, tan solo por curiosear, saber que se siente, para volverme adicto al asunto o aburrirme de él fácilmente. Pero contigo no fue así, me enamoraste con un detalle cada uno de los días previos, y las historias que me contaste una vez aún no se me borran. Me conmoviste, y me enamoré completamente de ti en ese entonces…
Quince, los minutos en los que nos quedamos atrapados en la rueda giratoria del juego mecánico. A veces pienso que lo hiciste a propósito para quedarnos solos, pero es solamente una sospecha. Quince, los minutos en los que desnudaste tu sentir, y fueron quince los segundos en los que vacilé antes de decirte que sí. Nos besamos sin ningún pudor, y ya no quería salir nunca de nuestro encierro. Cada uno de esos primeros besos fue como si giráramos a la velocidad de la luz, fueron los primeros besos que realmente me gustaban, me llenaban de pasión y me hacían sentir inspirado…
Quince, eran nuestras canciones favoritas, todas ellas de La Oreja de Van Gogh. Cómo te gustaba ese grupo, yo apenas conocía ‘Rosas’, ‘La Playa’ o ‘Mariposa’, pero tú eras un completo fan, y poco a poco me contagiaste. Ese es el único recuerdo que me queda de ti y que nunca borraré, aún guardo en un archivo esas quince, junto a otras cuarenta y cinco del grupo. Cuando suena una en la radio, te vienes a mi mente, y entonces escribo algo acerca de ti en cualquier lado, si es que no me salen unas lágrimas asolapadas…
Quince, los días que se quedó Génesis en tu departamento, y nos hizo al principio la vida imposible. No es que nos odiáramos o que no te aceptase, fue solo una primera impresión. Creo que solamente le hacía falta ver como llevábamos la relación para percatarse de nuestra inocencia. Al final la quise mucho, y yo sé que ella no se olvidará de mí, del amor extranjero de su hermano, del último amor de su querido Sebas…
Quince, fueron las horas que pasamos juntos en Arequipa, en los que me escapé contigo al cumplir un año. Quince las fotos no reveladas, por precaución, y fueron de seguro quince grados centígrados los que se sentían, pues todo estaba muy frío, y tú me abrazabas, y me besabas sin que a nadie le importe. Es un bonito recuerdo…
Quince, fue un día quince en el que regresaste a España después de casi dos años de relación. Fue mágico pues, ese día terminamos de manera simbólica, y también era nuestro aniversario, un día quince de 2008. Te lloré por primera vez, pero te lloré más la última…
Quince, fueron los días que regresaste a Perú, en octubre de 2009, tan solo para despedirte de mí, y sin duda me siento dichoso de que aún me amaras…
Quince, los días de luto en los que no salí de casa al saber de tu muerte…
Muchas gracias por hacerme vivir
Ilusiones que nunca creí sentir
Solamente me quedaría decir:
Que desde conocerte en mi vida
Ubico un fin, y un punto de partida
Imagino mi vida extraña sin el suceso
Nada fue igual desde el primer beso
Cursaba cuarto año, y no lo sabía
Es que era un niño, y no presentía…
De las personas a las que he amado, fuiste de todos el primero. De tantas cosas que me han pasado, te daré gracias por haber sido mi compañero…
A ti, Sebastian…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario